Hoy en día ser noble de sangre ya no es lo que era. La nobleza tradicional del reino tenía antiguamente estados que acompañaban a sus títulos y que les daban un poder sobre un grupo más o menos numeroso de personas y una preeminencia en una sociedad cuyo ideal era el de ennoblecerse. Poco después de que el Rey otorgara cuatro nuevos títulos nobiliarios, entre ellos el marqués de Vargas Llosa al Nobel de Literatura, desvelamos la situación actual de la aristocracia en España.
Las cosas han cambiado. Ahora, aparte de algunos escasos nobles que conservan los patrimonios heredados, la nobleza vive tiempos difíciles. El ideal de la sociedad actual ha variado sustancialmente. Lo que la gente quiere hoy es enriquecerse y, por tanto, aquellos ideales de honor y pureza de sangre han quedado obsoletos. Y además, como la mayoría de los aristócratas no quieren salir en los medios, ese lugar ha sido usurpado por personajes que nada tienen que ver con la excelencia y de los que se nutren los más sensacionalistas.
Don Juan Carlos I ha otorgado 51 títulos en 36 años de reinado. Si eliminamos los del heredero, don Felipe, Príncipe de Asturias, que lo es además de Gerona y de Viana, duque de Montblanc, conde de Cervera y señor de Balaguer (1977); el ducado de Soria (1982) a favor de la Infanta Margarita; el título de Infante de España para don Carlos de Borbón Dos Sicilias (1994); el ducado de Lugo para la Infanta Elena (1995) y el de Palma para la Infanta Cristina (1995); son solo 46 las dignidades concedidas por el soberano.
Por los servicios prestados
Los títulos nuevos han sido dispensados por S.M. atendiendo a los servicios prestados por personalidades de la política, de las artes, de la literatura, de la empresa o del deporte. Tal es el caso del marquesado de Del Bosque al seleccionador nacional de fútbol en 2011.
Los políticos también han visto reflejado su trabajo en títulos. El marquesado de Arias Navarro le fue concedido en 1977 a Carlos Arias, expresidente que facilitó la Transición. Leopoldo Calvo Sotelo recibiría el marquesado de Ribadeo con Grandeza de España en 2002.
Los títulos a las artes comenzaron con el de marqués de Bradomín al hijo de Valle Inclán, en 1981. Antoni Tàpies recibió el marquesado de Tàpies en 2010 y a Camilo José Cela, Nobel de Literatura, le fue concedido el marquesado de Iria Flavia en 1996. Por su parte, el escritor Mario Vargas Llosa, también Nobel de Literatura, recibió hace unos días el de Vargas Llosa.
Entre los editores también hay lugar para los títulos. Guillermo Luca de Tena recibió el marquesado del Valle de Tena, con Grandeza de España, y en 2003, el editor de La Vanguardia, Javier de Godó, la distinción de conde de Godó, con Grandeza de España.
A la ciencia y la labor cercana
Científicos como Juan Oró y Margarita Salas han sido ennoblecidos con un título y algunos cercanos al Rey recibieron reconocimientos de nueva cuña. Así, Sabino Fernández Campo, exjefe de la casa de S.M., se convertía en en 1992 en conde de Latores con Grandeza de España. Recibieron también su título de marqués Juan Antonio Samaranch, expresidente del Comité Olímpico Internacional y el Maestro Rodrigo, que se quedó con el de los Jardines de Aranjuez, ambos en 1991.
Algunos de estos nuevos títulos han recaído en nobles, otros, no. Llama la atención que pocos los usen en su vida pública y, en algunos casos, incluso se desconozca su otorgamiento, aunque se publique en el BOE. Es como si a los nuevos nobles les diera reparo usar sus títulos, aunque es la tónica en unos tiempos en los que los detentadores de los antiguos tampoco hacen uso de ellos. La utilización un título de nobleza en una sociedad proletaria y vulgar parece casi una provocación. ¿O realmente no lo es?
Fuente de información empleada: Mujerhoy.com
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